jueves, 7 de agosto de 2008

MOLÉCULAS DE FELICIDAD


En Mallorca, en un paraíso perdido llamado Sa Punta: ha sido al observar uno de los atardeceres posiblemente más bonitos del Mediterráneo, cuando aconteció que:

En la superficie del mar había una molécula de oxígeno disociada en el agua que iba a ser respirada por un pez. En ese momento, una gaviota ha intentado comerse al pez y aunque no lo ha conseguido, sus alas han salpicado el agua que al leve contacto con el aire, en pleno proceso de vaporización, ha liberado esa molécula de oxígeno que el viento se ha encargado de traerme a mí. Y la he respirado. Ha llegado a los alveolos de mis pulmones y ha pasado a mi flujo sanguíneo. Hace un instante, transportada por un glóbulo rojo, ha pasado a gran velocidad por mi ventrículo izquierdo que con un gran impulso la he enviado a alimentar las células de los tejidos de mi cerebro, que como siempre, intenta deshacerse de todo lo que no le interesa y le ha soltado a un nuevo glóbulo, en su recorrido venoso, una modificación de oxígeno con un poquito de carbono (CO2). De vuelta a los pulmones, y unos instantes después, este gas se ha liberado en una relajante exhalación.
El viento, viajero en el espacio y el tiempo se la lleva hasta el grupo de algas que da vida a esta playa , y en el proceso básico para la vida en este planeta, le han quitado el Carbono y han liberado tan sólo el Oxígeno.

Ya es libre otra vez.

Es libre desde hace mucho tiempo. Esta molécula de oxígeno fue respirada por hombres neolíticos, talayóticos, romanos, vándalos, bizantinos, omeyas, almorávides, almohades, cristianos catalanes y aragoneses, mallorquines y turistas, y hoy por mí.

En este momento ha confluido mi visión de esta costa, el olor del mar, el sonido de la risa feliz de mis hijos que juegan entre sí y con sus primeros y efímeros amiguitos de verano. He tenido la misma visión que todos los que por aquí han pasado: he sentido el equilibrio de los elementos. Me he sentido parte del Universo. Sabemos que somos parte de él, pero miramos y estudiamos al Universo como si fuera algo ajeno a nosotros. Como el que se toca la otra mano sin querer darse cuenta de que es el mismo cuerpo.

Me he dado cuenta de que a veces la felicidad puede no tener nada que ver con la alegría y la sonrisa. Sino que puede ser un estado de placidez obtenido al sentirse en equilibrio con los elementos de la naturaleza que nos rodean.

Por la noche no he podido evitar salir a contemplar el firmamento. Y acompañado por el suave sonido de las olas he dibujado con mi mente las constelaciones.



Casiopea, Osa Mayor y Boyero.