domingo, 8 de marzo de 2009

NO PUEDEN PEDIR MÁS EN LA VIDA

Me dices padrazo y lo agradezco, y lo intento todos los días, y todos los días se dan multitud de situaciones que me hacen sentir mal y me hacen pensar que por mucho que yo quiera, una madre es una madre, y como los cuida su madre, no los cuido yo. Y me duele ver la cantidad de fallos y descuidos, pequeñas desatenciones que me hacen intentar día a día mejorar como padre.

Me dices padrazo y lo agradezco, y no quiero ser descortés, pero... qué fácil lo tenemos los hombres: cualquier cosa que hagamos en la casa o con los niños, se nos valora.
¡Y tú!: abnegada madre trabajadora dentro y fuera de la casa, y madre dentro y fuera de cada situación: cuidas hasta el último detalle para que no les falte amor, atención, seguridad y cuidado.




Tus pequeños no pueden pedir más en la vida que tenerte a ti.

La mejor atleta del mundo no tiene nada que hacer frente al mejor atleta del mundo.


El mejor padre del mundo no tiene nada que hacer frente a la mejor madre del mundo.


jueves, 8 de enero de 2009

¿QUIÉN ES QUIÉN?


¿Se puede resumir en tres escuetas pistas una vida... una persona?


Pista del pasado:

Seis días antes de que yo naciera, Amstron dijo: «un pequeño paso para el hombre, un gran paso para la humanidad». Y cuando me enteré de que me había perdido esa retransmisión en directo para todo el planeta, me enfadé un poco. Así que para desterrar el enfado, decidí ser "un hombre feliz" a partir de ese momento. «El hombre-masa es el hombre que carece de proyectos y va a la deriva». Ortega y Gasset. La rebelión de las masas, 1929.


Ya tengo el proyecto, vamos a ver cómo llevarlo a término.


Pista del presente:

Y para ser un hombre (me refiero a pertenecer a la especie humana), decidí ser técnico teniendo en cuenta de nuevo las afirmaciones de Ortega, «sin la técnica, el hombre no existiría ni habría existido nunca». Ensimismamiento y alteración. Meditación de la técnica, 1939.


Ya soy hombre (de especie humana, ya lo sabes), pero me falta comprender a los demás hombres, y parafraseando también a Ortega: los objetos los podemos estudiar de forma objetiva (para eso ya tengo la técnica y la ciencia), pero los sujetos como sujetos que son, los debemos estudiar de forma subjetiva. Y ahí me encuentro intentando comprender de forma subjetiva a todo el mundo.

Y como al ser técnico, ya me considero hombre (hombre de especie humana, que seguís pensado otras cosas) y comprendo a los demás hombres estudiándolos de forma subjetiva; sólo me queda resolver el pequeño detalle que debería acompañar al sustantivo hombre: feliz.


Y qué mejor que aplicar una fórmula, de esas que me gustan a mí: una fórmula que haga científica la expresión de una emoción. Para ello, me he ayudado de los amigos sabios de Punset. Aquí tenemos la fórmula de la felicidad a seguir:


«F = E ( B + M + P ) / ( C + R )»


La felicidad es igual a la emoción multiplicada por (Disfrute de la búsqueda+Mantenimiento y atención a las cosas pequeñas+Relaciones personales)

y todo ello dividido por(los factores reductores que son (la ausencia de desaprendizaje y miedo )+ la carga heredada (estrés imaginado, desgaste, abuso de poder político)) .

Edurardo Punset. Viaje a la Felicidad. 2007.


De lo que llevamos, en resumen: hombre-técnico que busca la felicidad en la sala de espera de la felicidad, intentando comprender a todo el mundo.


Pista del futuro:

Hasta aquí la teoría, y como «se hace camino al andar» Antonio Machado, falta la práctica, y para ello, siempre me han acompañado unos cuantos latinajos:

«Labor Omnia Vincit» Proverbio latino.

Que con la condescendencia de los profesionales de Cultura Clásica, prefiero darles una traducción más actual: «La acción siempre vence a la inacción". No sé quién dijo esto, pero seguro que era persona inquieta.

En definitiva: «Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo». Ortega y Gasset. Meditaciones del Quijote, 1914.



P.D.: toda esta creación, por ser mi visión de mi YO, puede no valer nada según los estudios de las últimas tendencias de la psicología, que dicen que «el YO no existe, sino el TÚ». Es decir, «YO no soy nada sin el TÚ que me miras». Un psicólogo poeta.


Veamos si coinciden en algo mi visión de mi YO, con la visión que TÚ tienes de mi YO, y tras todo este trabalenguas averiguas quién soy.

martes, 25 de noviembre de 2008

TRES CARTAS DE AMOR A UNA MUJER

Querida compañera:

He querido escribirte para contarte, por fin, mis sentimientos. Pasamos muchas horas uno junto al otro, en este trabajo, y siempre hemos guardado una amistosa distancia entre nosotros.

Ya no soporto mi secreto: siempre te he querido y no lo voy a callar más.

Desde que te conozco he sentido amor por ti. Y desde que lo siento, lo tengo escondido, no sé si es debido al respeto a la familia que has formado o por el miedo a perder tu amistad. Y así se habría consumido el tiempo, todo mi tiempo. Para mí habría sido suficiente con disfrutar de tus gestos y tu presencia, de tu voz; del aire que a tu paso mueves y que regala una caricia a mi piel.

En lo profundo me pregunto: ¿dónde estuvo ese punto de inflexión que cambió tu vida, en algo o en mucho? No dejo de reprocharme, no poder recordar, en qué momento dejaste de ser aquella mujer.

Qué sostenida situación ha sido tan ruin y traicionera, que con el sigilo de un hábil ladrón ha robado tu alegría. Y el brillo de tu mirada hace tiempo que se apagó y también el de tu sonrisa y con ellas, tus anhelos de vivir, de estudiar, de avanzar…

Y aún con todas estas escondidas desdichas, tu belleza ha sabido capotear el paso de estos años, tan sólo ataviada con el brillo natural de tus labios.

Qué sensación más amarga, pensar que ha sido tu tristeza la que me ha hecho valiente para, por fin, escribirte. Y he dudado, he creído, incluso he sospechado, hasta sin que te dieras cuenta te he examinado. Como si necesitase una señal, disimulada por un cuello alto en la ropa o un oscuro cristal. Doy gracias por no haberla encontrado. Pero, ¡ay, si la hubiera encontrado!, ¡ay si tú me hubieras contado!

Quiero verte feliz y por eso ya no callo. Ya no me importa perder tu amistad si estas palabras te llegasen a molestar. No me importa perderte, si con ello contribuyo a que tú te encuentres.

Y me pregunto hoy con ira, por qué no he sido capaz de escuchar antes lo que tu mirada, sin tú querer, me decía. Y porque me lo pregunto con desprecio, no soporto un día más sin ofrecerte mi mano, mi voz y mi aliento; mi vida entera te tiendo.

Arma tu valor y déjame acompañarte hasta donde tú quieras llegar.


Querida esposa:

Me he visto obligado a escribirte para explicarte mis pensamientos puesto que, cada vez hay menos diálogo entre nosotros, en todos los sentidos.

Te escribo para pedirte perdón. Sabes que no volverá a ocurrir. Sabes que estoy cambiando. Que me cuesta, pero estoy cambiado.

Tú sabes que te quiero.

Sabes que te quiero. Sí… a mi manera, pero te quiero y mucho. No puede haber nadie que te quiera más que yo.

Te aseguro que no volverá a ocurrir. Pero también te pido que tú pongas un poco de tu parte. Tú sabes que hay algunas cosas que me molestan. Y si tú me quisieras como yo a ti, para evitarme sufrimiento no las harías.

Y lo haces, eso de verte con esa amiga tuya. O pintarte tanto para ir a trabajar; a saber lo que se les pasará por la cabeza a tus compañeros cuando te vean aparecer así. Sin contar con la tontería esa de querer estudiar, a tu edad. La mayor parte de las veces son pequeños detalles. Son detalles que me ponen un poco nervioso, pero sabes que estoy cambiando. Aunque necesito que tú pongas un poco de tu parte.

Yo siempre lo he hecho todo por ti y por los niños. Y haré cualquier cosa para que nuestra familia no se rompa. Sabes que soy feliz pensando que siempre estaremos juntos y nada, ni nadie, se interpondrá entre nosotros.

Todos estos años juntos, no han servido para que yo te haya hecho entender lo que siento por ti.

Recuérdalo en todo momento: te necesito, te quiero.



Querida mamá:

Como sé que te gusta, como siempre, te cuento mis cosas y las de la hermana.

Hoy, en el colegio, me he divertido.

La maestra ha contado un cuento de un niño y su mamá. Los dos jugaban en la nieve en invierno, y en la playa en verano.

Me he acordado mucho de ti.

Me he reído mucho. Pero también he llorado un poco. Se me ha pasado cuando la maestra me ha abrazado.

La hermana, ya sabes, ahora siempre, habla poco.

En el colegio me gusta mucho el recreo y plástica.

Pero también, tengo que contarte algo más…

Me da un poco de vergüenza contarte una cosa que ha pasado hoy.

Como entre nosotros no hay secretos, te quiero contar que esta tarde he tenido un problema aquí, en el hogar escuela.

Mi educador me ha castigado porque no me he portado bien.

Ya lo sé. Sé que no se empuja, ni se grita, ni se pega.

Yo lo sé. Yo sé que no me he portado bien.

Pero… ¿qué otra cosa podía hacer?

Perdóname mamá. Ya no lo haré más.

Mañana te escribo de nuevo.

Mamá, te queremos. La hermana y yo te enviamos un beso.

¡Ah, se me olvidaba! Dale un beso a la abuela, allí donde tú estás: en el cielo.

jueves, 16 de octubre de 2008

AMSTERDAM: DE SEPIA A COLOR



Como siempre, hago muchas fotos, decenas, más bien cientos. Y algunas de ellas han sido en sepia. Las contemplo y mi percepción temporal se trastoca. Podrían ser fotografías tomadas hace muchos años.


Lo tengo claro: la esencia de esta ciudad es tan fuerte que la dimensión espacio ha obviado la dimensión tiempo.


Me fijo en las gentes que pasean, montan en bicicleta,

compran, conversan, o junto a un canal permanecen

sentadas en terrazas tomando café o té, ríen, se cuentan confidencias al oído…


Pero como siempre, mi mente no se queda ahí.

Mi mente ve a los que por allí pasaron y vivieron: en el reflejo del agua del canal veo a las familias que

abandonan su hogar empujadas de forma irascible.


Los veo, veo la desesperanza en los ojos de esos padres que miran hacia atrás, por la calle que vio crecer a los hijos que acompañan. No saben realmente lo que

les ocurrirá, pero un grave presentimiento les hunde el alma.

Veo el reflejo de una maleta, de un

sombrero, de abrigos largos y

pañuelitos en la cabeza. No hay música, ni siquiera de tristes violines que acompañan al violonchelo, tan sólo sollozos y abandono.

El dolor, cuando es intenso, puede crear una excepción espacio-temporal en la materia: y por eso los veo: su presencia está allí.

No hemos entrado en la casa museo de Anne Frank: no

necesito ver fotografías, ni que nadie me recuerde la historia, porque mi mente los ha visto al volver cada esquina, en el reflejo de cada ventana.


Y aunque Anne Frank perdió la batalla de la vida en el campo de Bergen-Belsen junto a su hermana Margot, ganó la guerra a los intolerantes. Ganó la guerra a los que acallaron su pluma extinguiendo su corta vida, porque después de todo se cumplió su deseo: ser escritora.


Un escritor no se considera como tal hasta que no se publica su obra. El diario de Anne Frank se ha publicado en más de sesenta idiomas y lo más importante: es

libro de texto en enseñanza secundaria en muchos

países. Es un registro vivo de los

sentimientos hacia el

horror.


Y sonrío junto a la casa de

Anne Frank. Aquí ya no cabe

más tristeza. La única manera de tapar ese agujero espacio temporal es la de equilibrarlo con mucho amor y alegría.


Por todo esto pienso que, a Ámsterdam hay que ir a

amar,

a amarse. A disfrutar de los rincones, las

esquinas, las fachadas, del intenso color amarillento de

sus árboles en otoño o de sus tulipanes en los balcones en

primavera. Hay que ir a ser tolerante y a ser tolerado.


El barrio Rojo es una demostración de la idea “ser tolerante y ser tolerado".


A lo largo de los años voy encontrando diferentes

definiciones del concepto de felicidad. Y suelen ser

definiciones que se pierden en el tiempo.


Aquí he encontrado otra. Felicidad es un efímero

sentimiento producido al brindar "por nosotros", en Ámsterdam, con una cerveza Heinequen y frente a una interesante y bella mujer.