martes, 21 de abril de 2009

EL SECRETO ESTÁ EN LA MASA

De repente miras a alguien.

Alguien te mira a ti.

Y ocurre algo extraño. Ambos pensáis:
"¿nos conocemos?"

Eso ya da igual: realmente es como si os conocierais.

A partir de ahí es fácil. El camino ya estaba andado antes del encuentro.

Los psicólogos dicen que es simplemente empatía.
Los psiquiatras mantienen que es un fallo del cerebro, que se cree que ese momento o esa persona ya los ha vivido.
Los religiosos: designios de Dios.
Los deterministas piensan que es el destino.
Los budistas se reconocen de reencanaciones pasadas.

Todos no pueden llevar la razón.

Podría existir otra razón más sencilla que todo eso: la materia.

Conocemos una pequeña parcela del Universo. Y a todo lo que tocamos o vemos cerca o muy, muy lejos, lo llamamos materia. Bueno, ahora ya se ha descubierto la antimateria, pero hoy no vamos a entrar por ahí. La mayor parte del Universo está compuesta por la materia oscura. No sabemos lo que allí hay. Pero sí sabemos que lo que allí habita es tan poderoso que no deja escapar ni tan siquiera el más leve rayo de luz.

Y con esta idea de “dejar escapar” ya hemos llegado al concepto de las fuerzas más abundantes y desconocidas del Universo: las fuerzas de atracción y las fuerzas de repulsión. Todo lo que nos rodea incluyéndonos a nosotros mismos, se atrae, se repele o se mantiene en un fino equilibrio entre las fuerzas de atracción y las de repulsión. Y esto se aplica al átomo, las moléculas, los objetos, los cuerpos, las grandes masas, los planetas, estrellas, sistemas, galaxias, etc… Vamos que esto no es algo nuevo y ni mucho menos lo estoy descubriendo yo. Dejemos por ahora esta idea, para retomarla después.

El futuro se crea a cada instante. Es un proceso creativo. El instante que viene y una parte o toda la materia que lo compone no existe y se crea. Se crea siguiendo unas leyes creativas. Estas leyes creativas son una especie de leyes científicas (para entendernos), pero que en vez de ser cuantitativas, como estamos acostumbrados en la física y en las matemáticas, son cualitativas y relativamente caprichosas: claro está: si es que son creativas. Y las llamo científicas puesto que partiendo de bases diferentes suelen dar como resultado productos parecidos. Como cuando un músico usa la técnica del transporte para tocar una pieza usando diferentes escalas en cada caso, pero reconociéndose al final una sola melodía.

Esas leyes creativas fabrican la materia tomando como base todo aquello que tienen guardado en la materia oscura. Y cogen una pincelada de aquí, otra de allí y crean en el caso que nos ocupa, por ejemplo: una persona. Sí, luego a eso los científicos lo llaman: concepción en base a la fusión de las cadenas de material genético y fusión de dos ADN distintos, para dar un genoma de seis mil millones de pares de bases de cromosomas. Que sí, que eso es cierto, pero el proceso creativo al que yo me refiero es por ejemplo la caprichosa explosión de color que se da en esa fusión.

Pero a lo que íbamos desde el principio. A veces, te encuentras una persona en la que reconoces tu materia y ella la suya en ti. El proceso creativo en sus pinceladas para cada uno, ha usado materia de la misma porción, como el pintor que usa el mismo color de una paleta repleta de ellos, para hacer formas en diferentes partes del lienzo. Y aunque se ha mezclado con otras porciones de materia más pequeñas, la materia se reconoce. Para ella no existe el tiempo, eso lo hemos inventado nosotros.

Resumiendo todo esto, las materias se reconocen entre sí, también aquellas que en la materia oscura no se pueden ni ver (nunca mejor dicho). Por eso te encuentras personas con las que las fuerzas de atracción son fuertes. Otras con las que las fuertes son las de repulsión. Y dejando la visceralidad a un lado y ateniéndose a la razón, a veces se hace un gran esfuerzo por mantener con otras un fino equilibrio.

Tengo muy claro cuáles son las fuerzas que me interesan. Y también la materia que prefiero.

Por casualidad: ¿has reconocido mi materia?

Ahora que me río con esto último, me imagino que he creado una nueva forma de acercamiento. En lugar de decir: “¿estudias o trabajas?”, se podría decir: “¿te suena mi materia?”

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Qué curiosas e interesantes las mezclas que haces! Aunas la ciencia, la psicología, la emoción y casi un poquito de misterio (para mi el misterio y la ciencia se siguen pareciendo bastante) y todo eso con un inconfundible tono didáctico, (amigo mío eres maestro, te guste o no, y de los buenos).

A mi particularmente, lo de reconocer la materia, me ha pasado alguna vez. Una vez me sentía muy sola en medio de mucha gente desconocida y otra que no lo era, pero que hacía tanto tiempo que habían salido de mi vida que era como si no estuvieran allí, como si nunca hubieran estado. De repente debí reconocer mi materia en otro ser y automáticamente ya no estaba sola, incluso antes de empezar a comunicarme ¿curioso no? ¿será empatía? ¿nos conocíamos de antes? ¿tal vez nos habíamos cruzado en la calle y nos habíamos sonreído y continuado nuestro camino cada uno por su lado sin a penas reparar el uno en el otro? Quién sabe, tal vez la materia.